Alumnado

EL ALUMNADO EN EL INSTITUTO OBRERO

Este proyecto educativo dio la posibilidad de que los hijos de los trabajadores tuvieran la oportunidad de aspirar a la cultura. A una enseñanza secundaria que les abriera la puerta de la educación superior: “Ya era hora de que también los pobres pudiéramos llegar a ser ingenieros”, exclama un muchacho.[1]

Para ingresar en estos novedosos centros de enseñanza y acceder a los estudios, los aspirantes tuvieron que pasar unas pruebas de aptitud que duraron varios días. Según los testimonios de varios ex-alumnos, en diferentes centros donde se concentraron más de 500 aspirantes para las 150 plazas ofertadas. El ex-alumno Manuel Zamorano Molina, comentó “entre los candidatos se buscaba la inteligencia, no los conocimientos previos”. [2] Al inicio de la película documental, producida por la Asociación Cultural Instituto Obrero, bajo el título, Estudiar en Guerra. Los Institutos Obreros 1936-1939[3] el mismo Manuel Zamorano, relató cómo fue su ingreso en el IO, recordando una de las pruebas que se realizaron:

Una tapia tiene 20 metros. Un caracol sube todos los días 5 metros, pero por la noche se duerme, se escurre y baja 4. ¿Cuantos días tardará en subir la tapia? La respuesta tiene trampa, ya que el último ha llegado, así que si baja los 4 metros por la noche, da igual, él ha llegado. La respuesta era, 16 días.

Lo que demuestra las características de las pruebas. También les realizaron preguntas sobre sus lecturas. Amparo Ramírez Izquierdo contestó, que sus novelas preferidas eran las de Vicente Blasco Ibáñez.[4]

El 9 de enero de 1937 se constituyeron varios tribunales en diversos edificios de la ciudad. El catedrático Enrique Rioja fue el presidente del ubicado en la Escuela de Artesanos. La revista Crónica del 2 de febrero de 1937 publicó un reportaje con el titular “El gobierno de la República ha inaugurado el primer Instituto Obrero de Segunda Enseñanza”. Se incluía una imagen del alumnado, muy comprometido en su formación pues sentía la educación como arma de futuro, para reconstruir el país en la posguerra,[5] como instrumento intelectual y social hacia una política transformadora, por medio de la educación y la enseñanza del pueblo.

Los alumnos procedían del mundo laboral y estaban afiliados a los sindicatos Confederación General del Trabajo (CNT) o a la Unión General de Trabajadores (UGT). También las organizaciones juveniles; Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), Juventudes Libertarias (JJLL) y el sindicato Federación Universitaria Escolar (FUE)[6] los partidos políticos del Frente Popular y las organizaciones Mujeres Antifascistas y Mujeres Libres, presentaron sus candidatos y candidatas. Una de las condiciones para iniciar los trámites de acceso a las pruebas de aptitud fue que el futuro alumnado, debía presentar un aval de su sindicato antifascista,[7] con el que además una vez como alumnos, sus representantes tendrían una participación activa en el Claustro del Centro.[8]

Los testimonios consultados en la Asociación Cultural Instituto Obrero también hacen referencia al espíritu de compañerismo que se vivió. Justo las palabras del profesor Rioja Lo Bianco, en 1938, lo corroboran:

El auxilio entre compañeros, la convivencia entre alumnos y profesores, ayuda a estos, el trabajo colectivo o de seminario, la charla en el club, la participación de los alumnos en los organismos rectores del Centro, etc., proporcionan el clima adecuado para intervenir en la formación del alumno obrero con motivo de cualquier pretexto. De este modo la labor educadora no se interrumpe. En definitiva, el espíritu de colaboración impregna en la obra educacional en los Institutos Obreros.[9]


[1] F.A., “El instituto Obrero. El Gobierno abre a los trabajadores las puertas de la cultura superior”, Mi Revista, 15 de marzo de 1937, pp. 28-29.

[2] ZAMORANO, Manuel, Valencia 1920. Entrevista grabada en el transcurso del proyecto audiovisual, “Estudiar en Guerra”.

[3] Película de 68 minutos, realizada en 2007 por la productora ZOOM digital. Guion, dirección y documentación de Cristina Escrivá.

[4] ARAGÓ, Lucila, “Ecos del pasado, voces del presente: Aproximación a la memoria social desde una experiencia educativa de la Segunda República, los Institutos para Obreros”, Quaderns de Ciències Socials, n. 8, Valencia, Facultat de Ciències Socials de la Universitat de València, 2007, p. 43.

[5] Esta idea se refleja en los textos de los autógrafos realizados en 1938 al alumno Onsurbe Lorenzo. Reproducimos algunos de ellos en el apartado: Anexo gráfico.

[6] MANCEBO, Mª Fernanda, “La Universidad de guerra y la FUE”, en: GIRONA, Albert; José; SANTACREU, Miguel (Dir.), La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana, número 11. Valencia, Prensa Valenciana, 2007, pp. 106-115.

[7] En el AACIO, se encuentran varios avales, procedentes del Centro Documental de la Memoria Histórica.

[8] ESCRIVÁ, Cristina, Los Institutos para Obreros. Un hermoso sueño republicano, Valencia, L’Eixam, 2008, pp. 43.

[9] RIOJA, Enrique, “Los Instituto para Obreros. Creación del gobierno del Frente Popular”, Boletín de Información Cultural del Ministerio de Instrucción Pública y Sanidad, Barcelona, 10 de febrero de 1938, pp. 1-2.